Priests presentarán «The Seduction of Kansas» en la sala Sidecar


El trío de Washington Priests formado por Katie Alice Greer, Daniele Daniele y G.L. Jaguar presentan un segundo álbum «The Seduction of Kansas» el próximo martes 29 de octubre en la sala Sidecar de Barcelona. Al día siguiente visitarán la sala Fun Club de Madrid.
Tras la marcha del bajista Taylor Mulitz, Priests resultan más versátiles, más atmosféricos y más perversos. En «The Seduction of Kansas», producido por John Congleton (St. Vincent, Angel Olsen), la banda profundiza en su visión crítica y por momentos incendiaria de la sociedad norteamericana.
Su segundo trabajo está publicado en su propio sello, Sister Polygon (editando artistas como Downtown Boys, Snail Mail o Sneaks). «The Seduction of Kansas» sigue el mismo camino que su álbum de debut en 2017, con el que irrumpieron con la transfusió  de nueva sangre que el punk necesitaba. Tras su actuación en el Primavera Sound 2017, PRIESTS regresan a nuestra ciudad.
Las entradas anticipadas para el concierto de Barcelona están a la venta al precio de 16,50 €.

PRÓXIMOS EVENTOS: RecordándOT




Nos complace anunciaros que el próximo 20 de Diciembre tendrá lugar RecordandOT. Será un concierto muy especial en el que algunos de los concursantes de la primera edición del conocido Talent Show que marco toda una generación, acompañados de otros concursantes de ediciones posteriores, nos harán revivir alguno de los momentos mas emocionantes de su paso por dicho programa de TV, además de hacer un repaso por algunos de los grandes éxitos de sus carreras.
En el concierto participaran FÓRMULA ABIERTA (grupo formado por Alex CasademuntGeno Machado y Javián)Verónica RomeroNaim ThomasHugo Salazar y Ángel Capel.

El concierto tendrá lugar en la Sala Panda Club a las 20:30H.
Las entradas ya están a la venta en: https://entradium.com/events/recordandot

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Estallan protestas contra las élites políticas desde Chile hasta Líbano



En Chile, el detonante fue el aumento a las tarifas del metro. En Líbano, se trató de un impuesto a las llamadas por WhatsApp. El gobierno de Arabia Saudita actuó en contra de los narguiles. En India, fueron las cebollas.

En las últimas semanas, artículos que constituyen un gasto menor se convirtieron en el centro de la furia popular en todo el mundo. Ciudadanos desencantados han llenado las calles en protestas inesperadas que emanan de una efervescente frustración con las élites políticas, consideradas irremediablemente corruptas e injustas, o ambas. Así, hemos sido testigos de manifestaciones multitudinarias en Bolivia, España, Irak y Rusia, precedidas por protestas en la República Checa, Argelia, Sudán y Kazajistán en lo que ha sido un redoble incesante de agitación social en los últimos meses.

A primera vista, muchas de las manifestaciones se asemejaban más que nada en sus tácticas. Las semanas sin tregua de desobediencia civil en Hong Kong sentaron las bases para una estrategia de confrontación impulsada por demandas económicas o políticas de muy diversa índole.

No obstante, los expertos distinguen un patrón en muchos de los países donde domina la inquietud: una queja más fuerte de lo habitual en contra de las élites en países donde la democracia es motivo de decepción, la corrupción es descarada y una diminuta clase política vive a cuerpo de rey mientras la generación más joven lucha para salir adelante.

“Son los jóvenes que están hartos”, dijo Ali H. Soufan, director ejecutivo de The Soufan Group, una consultoría de inteligencia de seguridad. “Esta nueva generación no está dispuesta a aceptar lo que considera un orden corrupto impuesto por la élite política y económica en sus propios países. Quieren un cambio”, agregó.

Pocos se sorprendieron tanto como los gobernantes de esos países.

El 17 de octubre, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, se vanaglorió de que su país era un oasis de estabilidad en América Latina. “Estamos dispuestos a hacer todo por no caer en el populismo, en la demagogia”, declaró en una entrevista publicada en The Financial Times.

Al día siguiente, los manifestantes atacaron fábricas, incendiaron estaciones del metro y saquearon supermercados en la peor revuelta que se ha visto en el país en décadas, lo cual obligó a Piñera a desplegar al ejército en las calles. Para el 23 de octubre, al menos quince personas habían muerto y el presidente, evidentemente contrariado, habló de una “guerra contra un enemigo poderoso e implacable”.

En Líbano, el primer ministro Saad Hariri sobrevivió a las vergonzosas y recientes revelaciones sobre el obsequio de 16 millones de dólares que le dio a una modelo de bikinis a la que conoció en 2013 en un centro vacacional de lujo en Seychelles, algo que, para ciertos críticos, ejemplifica a la perfección a la clase gobernante de Líbano. Lo que desató la revuelta fue cuando, la semana pasada, anunció el impuesto a las llamadas por WhatsApp.

Décadas de descontento originadas por la desigualdad, el estancamiento y la corrupción salieron a la luz y llevaron a las calles a casi una cuarta parte del país en manifestaciones eufóricas contra el gobierno motivadas por la consigna: “¡Revolución!”.

Líbano, que tiene uno de los niveles más elevados de deuda pública y niveles de empleo inextricablemente bajos, parece incapaz de proveer servicios públicos básicos como electricidad, agua potable o servicio de internet confiable. Las medidas de austeridad han disminuido a la clase media, mientras que el 0,1 por ciento más rico de la población —que incluye a muchos políticos— gana una décima parte del ingreso nacional del país, que, según los críticos, han acumulado por saquear los recursos del país.

El 21 de octubre, Hariri descartó el impuesto planeado y anunció un apresurado paquete de reformas para rescatar la economía anquilosada del país y prometió recuperar la confianza pública.

Aunque la dispersión reciente de las protestas masivas parece drástica, los académicos dicen que es la continuación de una tendencia en ascenso. Desde hace décadas, las sociedades de todo el mundo han sido más propensas a buscar cambios políticos radicales a través de las calles.

Las protestas se han vuelto notablemente más frecuentes por la convergencia de varios factores: una economía mundial en desaceleración, brechas abismales entre ricos y pobres y el aumento de la población joven, que en muchos países ha producido a una nueva generación intranquila y agitada con ambiciones frustradas. Además, la expansión de la democracia se ha estancado a nivel global, lo que ha causado frustración entre los ciudadanos y confianza entre los activistas en que la acción callejera es la única forma de obligar a que haya un cambio ante la indiferencia gubernamental.

Pero, a medida que los movimientos de protesta crecen, sus índices de éxito se desploman. Hace tan solo veinte años, el 70 por ciento de las protestas que exigían un cambio político sistémico tenía éxito, una cantidad que había ido en ascenso desde la década de los cincuenta, según un estudio de Erica Chenoweth, politóloga de la Universidad de Harvard.

A mediados de la primera década de los 2000, esa tendencia se revirtió. Los índices de éxito ahora están en un 30 por ciento, según el estudio, un declive que Chenoweth describió como “abrumador”.

Estas dos tendencias están estrechamente vinculadas. A medida que las protestas se hacen más frecuentes, pero más propensas a fracasar, se extienden cada vez más y se vuelven más polémicas, más visibles y más propensas a regresar a las calles al no ver cumplidas sus demandas. El resultado puede ser un mundo donde todas las revueltas pierden su importancia, para convertirse simplemente en parte del paisaje.

Los distintos estallidos de agitación no han pasado inadvertidos en las Naciones Unidas. El secretario general António Guterres las mencionó en una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) el fin de semana pasado, dijo su vocero, Stéphane Dujarric. Los críticos han acusado al FMI de exacerbar las penurias económicas en países como Ecuador a través de medidas de austeridad impuestas para reducir la deuda.

“Estamos viendo manifestaciones en una diversidad de lugares, pero comparten algunas características”, manifestó Dujarric, y agregó: “La gente siente que está bajo una presión financiera extrema. También está la cuestión de la desigualdad, además de muchos otros problemas estructurales”.

Algunos expertos dijeron que la serie de protestas mundiales es demasiado diversa para atribuirle una sola categoría o asignarle una sola temática. Michael Ignatieff, presidente de la Universidad Centroeuropea, se encontraba en Barcelona, España, la semana pasada cuando más de 500.000 personas se apiñaban en las calles después de que el Tribunal Supremo de España sentenció a prisión a exlíderes separatistas.

En Beirut, Líbano, se organizó una manifestación masiva el domingo 20 de octubre.
En Beirut, Líbano, se organizó una manifestación masiva el domingo 20 de octubre.

Aunque las protestas de Barcelona se parecen un poco a las manifestaciones masivas en otras ciudades, Ignatieff aseveró que sería un error ponerlas en la misma canasta. “La gente no se está dejando llevar por la locura de las multitudes”, dijo. “Esto es política, con causas y problemas específicos. Si no reconocemos eso, hacemos ver a la política popular como una serie de modas descabelladas, como vestir los mismos pantalones o sombreros”.

A pesar de ello, dentro de algunas regiones, las manifestaciones suelen ser similares entre sí.

En Medio Oriente, el tumulto ha atraído comparaciones inevitables con las revueltas de la Primavera Árabe de 2011. Sin embargo, los expertos afirman que las manifestaciones recientes están impulsadas por una nueva generación a la que le importan menos las antiguas divisiones sectarias o ideológicas.


En lugar de pedir la cabeza del dictador, como muchos árabes hicieron en 2011, los libaneses acusan a toda la clase política.

Incluso en Arabia Saudita, donde la amenaza de represión gubernamental hace que las protestas públicas sean prácticamente impensables, una rebelión inusual estalló en las redes sociales por un impuesto del 100 por ciento sobre las cuentas de los restaurantes que incluyeran pipas de agua o narguiles. La etiqueta en árabe “impuesto a los restaurantes de narguiles” fue tendencia en el reino.

Algunos comentaristas de Twitter mencionaron que el impuesto contradecía el deseo de la familia gobernante de cambiar la imagen ultraconservadora de Arabia Saudita.

Aunque las protestas aumentan la agitación con mayor rapidez y son más generalizadas que en décadas anteriores, también son más frágiles. La movilización cuidadosa que alguna vez caracterizó a los movimientos ciudadanos era lenta pero segura. Las protestas que se organizan en las redes sociales pueden crecer como la espuma, pero se colapsan igual de rápido.

Los gobiernos autoritarios también han aprendido a cooptar las redes sociales: las usan para diseminar propaganda, congregar a simpatizantes o tan solo difundir confusión, dijo Chenoweth.


Donde hay un brote de protesta, se necesita mucho más para que crezca hasta convertirse en todo un movimiento opositor. El precio desorbitado de las cebollas en India hizo que los agricultores bloquearan las autopistas y montaran protestas de corta duración. Sin embargo, la frustración aún no logra transformarse en manifestaciones multitudinarias dado que no hay nadie que la canalice: la oposición en India está desorganizada; las divisiones de casta y religión dominan la política, y el gobierno del primer ministro nacionalista hindú, Narendra Modi, continuamente lanza amenazas en contra del país vecino, Pakistán, para distraer a la gente.

Fuente: Declan Walsh y 


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LYDIA regresa a la escena musical con su nuevo single “La Soledad”



Desde que a la edad de 16 años se diese a conocer tanto en España como en Latinoamérica con su primer trabajo discográfico “Lydia”, del cual obtuvo disco de oro y, más tarde el de platino de la mano de Alejandro Sanz, y al que siguieron dos álbumes más: “Cien veces al día” también disco de oro, y “Si no me pides la vida”, Lydia no ha dejado de trabajar.


El 1999 fue elegida representante de España en el Festival de Eurovisión. En 2008 se presenta como nueva vocalista del grupo PRESUNTOS IMPLICADOS y actualmente compagina dicho trabajo con su carrera como solista.

Hoy, 24 de octubre, ve la luz “La Soledad”, su nuevo single, para el que ha contado con los productores y componentes del grupo La Musicalité.

Un tema que, compuesto desde su yo más interno, ahonda sobre la importancia de ser nosotros mismos sin necesidad de nadie más como requisito para poder avanzar. Lo acompaña un videoclip muy íntimo, personal y minimalista en el que Lydia se muestra en su faceta más interpretativa con una pincelada de sensualidad.

Aprovechamos para enviaros algunos link de interés:
Instagram: @lydia_oficial


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Dancing in my House



Este domingo desde las 3 de la tarde en Radio Tharsus y en Dancing in my House despegaremos hacia Venus, sonarán unos irresistible tambores y te llevaremos a una fiesta privada. Ademas tendremos 7 superexclusivas y 12 exclusivass que sólo aquí las podrás escuchar. Seguro que no paras de bailarlo. Dale al Play.

¿Cuánto cuesta desalinizar el agua que necesita el mundo?

Bombas eléctricas de presión de agua y tubos de membrana de ósmosis inversa en la planta de desalinización de Sawaco en Jeddah, Arabia Saudita.

El agua de mar desalinizada es la fuerza vital de Arabia Saudita, en especial en la Universidad de Ciencia y Tecnología rey Abdalá, un centro de investigación internacional que prosperó hace una década en el desierto árido y despoblado.

Producida a partir del agua del mar Rojo y después de pasar por membranas que separan la sal, esta agua se bombea a los relucientes edificios de los laboratorios del campus, a las tiendas, a los restaurantes y a las casas idénticas y planificadas de los vecindarios circundantes. También irriga las palmeras que están a la orilla de las calles inmaculadas y el césped del estadio deportivo con capacidad de 5000 espectadores. Incluso las piscinas de la comunidad contienen cientos de miles de litros de esta agua.

La desalinización suministra toda el agua dulce de la universidad, casi diecinueve millones de litros al día. Pero esa cantidad es solo una pequeñísima parte de la producción total de Arabia Saudita. Detrás de los muros y las casetas de seguridad de la universidad, el agua desalinizada representa cerca de la mitad del suministro de agua dulce de este país de 33 millones de habitantes, uno de los que más carecen de agua en el planeta.

En todo el mundo se considera cada vez más que la desalinización es una posible solución para los problemas de la cantidad y la calidad del agua, mismos que empeorarán con el crecimiento global de la población, el calor extremo y la sequía prolongada vinculada al cambio climático.

“Es una solución parcial para la escasez de agua”, señaló Manzoor Qadir, un científico especializado en medioambiente del Programa de Agua y Desarrollo Humano de la Universidad de las Naciones Unidas. “Esta industria crecerá. En los próximos cinco o diez años, veremos cada vez más plantas desalinizadoras”.

Arabia Saudita y otros países del Medio Oriente y el norte de África se encuentran en el centro de este crecimiento, pues hay nuevas plantas desalinizadoras en etapas de planificación o construcción. Los suministros de agua renovable en la mayor parte de estos países ya están muy por debajo de la definición que da las Naciones Unidas de “escasez de agua absoluta” —aproximadamente 1325 litros por persona al día— y un informe publicado en 2017 por el Banco Mundial indica que el cambio climático será el factor más importante para aumentar el apremio por el abastecimiento de agua en el futuro.

Sin embargo, aún no se sabe en qué otra parte se desarrollará el proceso de desalinización. “En los países de bajos ingresos no están haciendo casi nada”, comentó Qadir.

La razón primordial es el costo. La desalinización sigue siendo cara porque se requieren grandes cantidades de energía. Para hacerla más costeable y accesible, los investigadores de todo el mundo están estudiando la forma de mejorar los procesos de desalinización, al diseñar, por ejemplo, membranas más eficaces y durables para producir más agua por unidad de energía y mejores formas de manejar el agua salada tan concentrada que queda.

En la actualidad, la desalinización se limita en gran medida a los países más acaudalados, en especial los que poseen reservas abundantes de combustibles fósiles y acceso a agua de mar (aunque también se pueden desalinizar las aguas salobres tierra adentro). Además del Medio Oriente y el norte de África, la desalinización ha llegado a algunas partes de Estados Unidos que tienen problemas de agua, sobre todo California, y a otros países como España, Australia y China.

La desalinización también tiene costos para el medioambiente: en las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la gran cantidad de energía que se emplea, y en la eliminación del agua salada, la cual, además de ser sumamente salada, está mezclada con sustancias químicas que se usan para su tratamiento y que también son tóxicas.

Pese a que existe un abastecimiento prácticamente ilimitado de agua de mar, el agua desalinizada apenas representa cerca del uno por ciento de toda el agua dulce del mundo.

Incluso en Arabia Saudita, donde las grandes reservas de petróleo (y la riqueza que estas aportan) han hecho que ese país sea el líder mundial en el proceso de desalinización —domina, aproximadamente, una quinta parte de la producción global—, se reconoce que este proceso debe volverse más costeable y sustentable. En esta universidad, conocida mundialmente como Kaust, los ingenieros tienen como objetivo lograr precisamente eso.

“Estamos intentando desarrollar procesos nuevos con el fin de consumir menos energía y ser más respetuosos con el medioambiente”, comentó Noreddine Ghaffour, investigador del Centro de Desalinización y Reutilización del Agua en la universidad.

Como lo indica el nombre del centro, también se reconoce que el tratamiento y la reutilización de las aguas residuales pueden ayudar a reducir el problema de los suministros de agua. “En cualquier lugar donde se lleve a cabo la desalinización también se debe practicar la reutilización”, señaló Paul Buijs, quien funge como el enlace del centro entre los investigadores y la industria.

Fuera de la planta principal de desalinización de Kaust —que emplea una tecnología llamada ósmosis inversa—, hay cuatro tanques enormes llenos de arena que filtran las impurezas del agua de mar cuando esta llega a través de la tubería. Dentro, el ruido de las bombas es ensordecedor cuando el agua se bombea hasta setenta veces la presión atmosférica a varios cientos de tubos de acero, cada uno de ellos relleno de membranas enrolladas en espiral.

Los poros microscópicos de las membranas dejan pasar las moléculas de agua, pero no la sal ni la mayor parte de las demás impurezas. El agua dulce sale de las tuberías de plástico que hay en el extremo de cada tubo.

Casi todas las plantas desalinizadoras nuevas en todo el mundo utilizan ósmosis inversa, una tecnología que se introdujo hace medio siglo. A lo largo de las décadas, los ingenieros han hecho que el proceso sea mucho más eficiente y han reducido los costos de manera significativa mediante el desarrollo de plantas más grandes y mejores membranas y métodos de recuperación de energía.

“Introducir membranas para la desalinización fue un proceso extremadamente innovador”, afirmó Buijs. “Sin embargo, nos ha tomado años, desde la década de los setenta hasta ahora, alcanzar una capacidad máxima diaria de aproximadamente un millón de metros cúbicos al día” —más o menos 946 millones de litros— en las plantas más grandes.

“Es muchísimo”, dijo, “pero cada avance que implique crecer diez veces más está tardando alrededor de quince a veinte años”, señaló.

Los intentos de combinar la energía renovable con la desalinización todavía están en sus primeras etapas. Un problema es el carácter intermitente de la mayor parte de los tipos de energía renovable; una planta desalinizadora todavía necesitaría fuentes de energía convencionales en la noche o cuando haya poco viento.

Filtros de arena en la planta principal de Kaust. El agua de mar se bombea a través de estas tuberías hacia tanques llenos de arena en la parte posterior para filtrar las impurezas que podrían destruir las membranas de ósmosis inversa.

Thomas Altmann, vicepresidente de tecnología en ACWA Power, la cual desarrolla, posee y opera plantas de energía y desalinización en todo el mundo, afirmó que la meta sigue siendo tener plantas que operen con energía renovable las 24 horas del día.

No obstante, Arabia Saudita y otros países aún tienen muchas plantas desalinizadoras que emplean tecnologías térmicas más viejas y que dependen por completo de los combustibles fósiles. En pocas palabras, estas plantas hierven agua de mar y condensan el vapor resultante, que es agua dulce.

Por lo general, las plantas térmicas se localizan junto a las plantas generadoras que usan combustibles fósiles y utilizan el calor excedente de la generación de electricidad para convertir el agua de mar en vapor. Emplean una enorme cantidad de energía; en 2009, el ministro saudita de Energía calculó que una cuarta parte de todo el petróleo y el gas que produce el país se usaba para generar electricidad y producir agua dulce.

Además, litro por litro, en la actualidad es mucho más costoso operar las plantas térmicas que las plantas de membranas. Pero, puesto que algunas plantas térmicas tienen por lo menos un cuarto de siglo de vida útil, los investigadores de Kaust están trabajando en idear formas para que sean más eficientes.

Una pequeña planta piloto en uno de los edificios de investigación utiliza energía solar para calentar el agua directamente. Este proyecto, dirigido por el científico investigador Muhammad Wakil Shahzad también extiende el rango de temperatura de operación y produce mucha más agua dulce que un diseño térmico convencional.

Shahzad y otros investigadores están diseñando una versión ampliada de este sistema para una planta desalinizadora que ya existe en el mar Rojo. “Estamos en un momento en el que debemos buscar soluciones creativas para lograr una producción sustentable para el suministro de agua en el futuro”, comentó.